viernes, 5 de enero de 2007

Empresas Familiares deben cuidar su relevo

Publicado: 15 de mayo del 2006, Semanario El Financiero.

Miremos a nuestro alrededor, ¿cuántas de las empresas que conocemos son producto del esfuerzo y trabajo de un emprendedor y su familia? Pensemos en cuál es realmente el motor de nuestra economía. ¿Quién produce el café que bebemos en la mañana? ¿Quién nos vende el papel y la pluma con que escribimos? ¿Quién nos trae las noticias por la televisión todos los días? Empresas de todos los tamaños caracterizadas por que en sus diarias labores participan en mayor o menor grado miembros de la familia de un emprendedor. Organigrama que no sucede solo en Costa Rica, es más global que la Globalización misma.

Se calcula que en América Latina 90% de las empresas son familiares a la vez que generan entre 65 a 85% de la riqueza total producida anualmente. Definitivamente, hacen falta estudios para determinar con exactitud estas cifras, pero con estas aproximaciones se evidencia el peso y la importancia que tienen dentro del Producto Interno. Anotemos estos datos a un lado para luego volver a ellos y enfoquemos la mirada en el tema más específico de los conflictos que sobrellevan las empresas familiares en el mundo.

Estos negocios enfrentan las mismas dificultades que cualquier otro, pero además encaran situaciones que son típicas y exclusivas de su especie. El principal reto es la sucesión, que se define como el traspaso de liderazgo de una generación a otra. Este es uno de los procesos más difíciles de enfrentar ya que involucra intereses, temores, deseos y frustraciones. Cifras mundiales indican que 70% de las empresas familiares cierran sus puertas en su primer intento de sucesión, y 85% de esas pocas que lograron superar ese paso encuentran su muerte en la segunda sucesión. Así se determina que solo 4.5% de las empresas familiares sobreviven hasta una tercera generación.

Con esta asombrosa cifra regresamos a los datos del PIB. Estamos ante la situación donde 90% de las empresas del país son familiares, estas al menos producen 65% de la riqueza del país pero, menos de 5 empresas llegarán a una tercera generación. Eso quiere decir, que cada 80 años se estaría reciclando en la economía aproximadamente 85% de las empresas totales.

Generación tras generación se están realizando esfuerzos por iniciar nuevas empresas, no por que las empresas anteriores hayan sido ineficientes o desplazadas del mercado, sino por que no supieron sobrellevar un proceso de cambio intrínseco por falta de preparación y conocimiento. Imaginemos las ventajas que traen los años de experiencia; que se aprovecharían al reducir la tasa de mortalidad de las empresas familiares en un ambiente económico como el actual.

¿Dónde podría estar nuestra economía si lográramos reducir estos problemas? Las economías más desarrolladas están implementando planes específicos para apoyar, capacitar y desarrollar estas empresas. Países como España, han redefinido la misma legislación para acomodar las necesidades de las empresas familiares e intentar proveer un marco adecuado para su desarrollo y permanencia.

Las políticas mundiales se han empezado a redefinir para apoyar a lo que ahora se conoce como PYMEF (pequeña y mediana empresa familiar). Este nuevo concepto, permite diseñar estrategias específicas para fomentar el desarrollo de este sector generador de riqueza. Sin dejar de lado los esfuerzos que se vienen realizando en favor de las PYME, resulta preciso entender la naturaleza completa de estas empresas y comprender que si las herramientas que se le dan a estos negocios no se acompañan de un ambiente en donde se puedan desarrollar en el tiempo, los esfuerzos se están desaprovechando.

Estamos en un momento crítico, en una redefinición de la vida política del país y sus vías de desarrollo. Es momento para definir estrategias de apoyo y fomento a tan importante sector económico nacional como lo son las empresas familiares. Es fundamental que las instituciones nacionales reconozcan la situación e implementen planes de acción en pro del crecimiento. Hacen falta políticas gubernamentales pero antes, resulta indispensable que las mismas Empresas Familiares aprendan a reconocerse como tales para que puedan explotar sus ventajas competitivas e identificar sus debilidades para minimizarlas. Que pierdan el miedo a clasificarse dentro de este segmento y que entiendan que el adjetivo familiar, lejos de ser un yugo que ata, puede convertirse en una poderosa arma que catapulte el crecimiento del negocio.

En la búsqueda del desarrollo de nuestra economía es preciso que iniciemos el proceso de construcción de una cultura de empresa familiar donde la aceptemos como tal y aprendamos a aprovechar sus ventajas y fortalezas. Así, podremos retomar los valores familiares a la vez que construimos una mejor Costa Rica para esta y futuras generaciones.

MBA Rodolfo Carrillo Mena

Consultoría de Empresas Familiares S.A.

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Cámara Costarricense de Empresas Familiares

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